El machismo es un tema que da mucho de que hablar y sobre todo una realidad que, a quienes luchamos día a día por un mundo mejor, no nos gusta aceptar, pero lamentablemente la sociedad de hoy en día es bastante machista y desigual.
Basta con poner un poco de atención al ambiente, desde entornos laborales hasta el simple hecho de mirar la televisión o el Internet por tan solo 10 minutos, pasando por videos eróticos, videojuegos, la Iglesia y el poder, la religión, el propio lenguaje en sí, cine y series, publicidad, leyes de igualdades de derechos y manifestaciones feministas para darnos cuenta que es un hecho, ¿todo para qué? Para dejar claro que la mujer es el género débil.
La historia nos enseña que desde siempre al género femenino se le oprimió, se le adjudicaron las tareas domésticas, se le negó la educación y el acceso a la cultura, se le adjudico la responsabilidad de la educación y crianza de los niños, y aun hoy en día, al decir hombre se le posiciona en la definición que engloba a toda la humanidad.
El origen de la supremacía masculina, no se basa en la naturaleza del hombre, o sea su fuerza física, sino en su extrema necesidad de mantener la institucionalidad de su género como el “fuerte” y el único capaz de tomar decisiones correctas para el futuro de la corporación que este maneje, cualquiera que esta sea.
La sociedad era y sigue aún teniendo un lineamiento patriarcal, esta ideología considera que, los hombres son racionales, están más capacitados para la vida pública, son más activos y agresivos, además tienen grandes necesidades sexuales, son físicamente fuertes, ambiciosos y egoístas y en general dominantes e independientes.
Mientras que las mujeres son emocionales, más dotadas para la vida afectiva y privada, pasivas y pacíficas, tienen poco o nulo apetito sexual, pues las mujeres aman y no desean, débiles y conformistas, abnegadas, sacrificadas, vulnerables y sumamente dependientes.
¿Soy yo también una persona machista?
La mayoría de personas conocen la definición de machismo y hasta se sienten en capacidad de tener una conversación sobre este tema, sin embargo todos y todas debemos antes, preguntarnos a nosotros mismos que tan machistas somos, dejando claro que el machismo no es solamente un fenómeno que se da de hombres para mujeres, sino que inclusive y en muchos casos, de mujer a mujer.
Esto se logra a través de un sincero conocimiento de mi mismo, mis sentimientos y valores, y mas profundamente mis pensamientos hacia ciertas conductas o comportamientos y una vez que descubra eso, debo hacer introspección de porque y que situaciones o aprendizajes durante mi vida me han llevado a pensar de una u otra manera.
¿Podemos erradicar el machismo?
Está claro que en cuanto a vivencias se refiere, las experimentamos como un todo, de este modo, ideas, valores y emociones, de una parte, y el patriarcado, sexismo y machismo del otro, interactúan entre sí formando un todo vivencial imposible de separar en la experiencia.
Sin embargo, nos aproximamos a una explicación de por qué el machismo es entendido como un comportamiento que responde a una serie de emociones que tienen explicación en los aprendizajes al interior de una cultura determinada con sus valores e ideologías. Esto significa que dichos aprendizajes podrían ser modificados –eliminando consecuentemente el machismo- o no reproducidos en futuras generaciones, si modificáramos las ideologías y valores de una cultura.
No existe manera de eliminar el machismo sin tocar el sexismo y el patriarcado, pero estos deben ser desmantelados para ponerle fin, o por lo menos mermarlo en cantidades sustanciales.
¿Qué hacer contra el machismo?
No basta sólo con castigar por medios judiciales la violencia de hombres contra las mujeres; pues esto es apenas la punta de iceberg. Un gobierno paritario (basado en un criterio de igualdad), un cambio radical en la educación; tanto en las aulas como en el mismo hogar, una mentalidad mas abierta a la realidad homosexual y muchas nuevas estrategias podrían comenzar a marcar un mejor camino hacia la deconstrucción del machismo.
Es completamente necesario atacar las creencias sostenidas por el patriarcado, romper con el imaginario social y con la homogenización al interior de los géneros, para permitir que la diversidad se exprese entre personas y no entre categorías o géneros.
Hemos de cuestionarnos y cambiar las normas institucionales ligadas a valores diferenciales para cada uno de esos dos géneros y romper el sexismo.
Hemos de modelar nuevos comportamientos (inter e intra) personales y comenzar a cuestionar afectos y sus manifestaciones para poner en crisis el machismo, así como toda arma física o psicológica que no nos permita avanzar como una sociedad equitativa.
– Artículo escrito po Por J. Brenes, Psicóloga colaboradora de Tuguiasexual.com –
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