El embarazo adolescente, según la Organización Mundial de la Salud, es aquel que se produce entre los 10 y los 19 años de edad. Se considera que en esta etapa, luego de la primera menstruación que suele aparecer en el entorno de los 11 años, la mujer está en pleno desarrollo físico y emocional, por lo que un embarazo en este proceso tiene singulares características.
Puede tener además consecuencias jurídicas, según la legislación de cada país, si se considera que la joven es menor de edad. Pero también hay variables culturales, económicas y sociales que determinan cómo se vive el embarazo de una adolescente.
Uno de los factores es que por lo general las adolescentes que quedan embarazadas no se han emancipado de sus hogares y, en muchos casos, el varón es una figura ausente. Esta ausencia del varón tiende a repetirse en la historia familiar, reproduciendo un patrón. La madre no deja de ser hija, antes de convertirse en madre a su vez.
Según el contexto social donde se produce el embarazo adolescente, sea en los niveles más altos o en los más bajos del nivel socio económico, este episodio se vive o no como un estigma. En general está naturalizado entre la población más vulnerable el embarazo adolescente, aumentando así los índices de desvinculación de las mujeres del sistema educativo y profundizando la brecha que las separa de una mejor calidad de vida.
En la población de mayores recursos se vive más bien como un estigma, como “una mancha”, siendo los casos más difíciles de rastrear dado que suelen darse en el contexto de la salud privada y, en ocasiones, se trata de embarazos que no llegan a término sin las consecuencias que tiene un aborto practicado en malas condiciones, como suele ocurrir en los estratos más bajos.
En todos los casos el embarazo adolescente es futo de intensos debates, ya que varía mucho según la mirada que cada sociedad y cultura le imprime. Lo cierto es que, desde el punto de vista biológico, tiene sus peculiaridades, dado que se produce en el seno de una mujer en pleno crecimiento, así como el embarazo después de los 40 años tiene las suyas.
La complejidad desde lo cultural viene dada sobre todo por las consecuencias que pueda tener para el desarrollo de la mujer como individuo, al estar condicionada a veces a abandonar o demorar sus estudios, depender de los adultos o de una pareja, a veces estable, otras ocasional. Además de las consecuencias que esto acarreará para su inserción laboral y las chances que tiene ese niño o niña que va a nacer de tener todo lo necesario para sus primeros años de vida, quizás los más importantes para cualquier ser humano.
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