Llevarse bien con la familia de tu pareja a veces resulta una tarea difícil pero es necesario hacer un esfuerzo para poder aceptarlos tal como son y tener una relación lo más cordial posible.
Las malas relaciones con la familia del cónyuge suelen generar conflictos entre las parejas.
Al ser una familia a la cual no pertenecemos, probablemente sus costumbres y hábitos serán distintos a los nuestros pero hay que ser tolerante y entender que nuestro pareja puede ver lo mismo en nuestra propia familia. Debemos intentar poner nuestro mejor empeño para no exasperarnos con sus comentarios o acciones.
Consejos útiles:
- Los límites son necesarios en toda relación y ésta no es la excepción, por lo que habrá que poner límites con la familia política así como ellos nos los pondrán a nosotros. Mantener esas normas y respetarlas es una regla básica de buena convivencia.
- Hay que dejar claro desde el principio de la relación hasta qué punto puede la familia del otro participar de la vida de la pareja.
- Si se tiene la suficiente confianza con los miembros de la familia de tu pareja sería bueno poder mantener una charla sincera y amena en la que se expresen los motivos de conflicto. De esta manera, intentaremos solucionar las diferencias directamente con ellos en vez de poner a nuestra pareja en el medio.
- Es importante que la pareja se mantenga unida más allá de los conflictos que cada uno pueda tener con las respectivas familias políticas, y sobre todo hay que ser respetuoso y evitar hablarle mal a nuestra pareja sobre su madre, padre o hermanos. Criticando a su familia, lo único que lograremos será ponerlo en contra de su propia familia o en contra nuestra.
- Si una vez puesta en marcha nuestra buena voluntad y tolerancia para convivir en armonía con la familia de tu pareja continúan los problemas, lo mejor será tomar distancia por un tiempo. Hay que intentar que nuestra pareja siga integrada a su familia pero uno no tiene por qué asistir a todas las reuniones familiares si no se siente a gusto.
- Por último, es fundamental no poner a tu pareja entre la espada y la pared exigiéndole que elija entre su familia o tu. La persona tiene derecho a mantener un vínculo estrecho con su familia más allá de que nosotros no nos llevemos bien o no tengamos afinidad con ellos.
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